Por martín Bracamonte
Notas acerca de la vejez de los trapos (1)
Los
primeros trapos (no trozos de tela, sino trapos propiamente dichos:
rejillas grises, húmedas y sucias, como deben ser) aparecieron en las
estepas del Asia Central, o tal vez en Africa, o quizás en Sudámerica a
comienzos del Pleistoceno o antes del siglo tercero de la Era Común. En
todo caso, son muy viejos. Algunos científicos creen (y también algunos
religiosos) que los trapos llegaron en realidad a nuestro planeta al
mismo tiempo en que éste se estaba formando, en un meteorito, apoyando
así la llamada "Teoría de la Panspermia". Sólo algo es seguro, y es que
la taxonomía de estos simpáticos (o apáticos) y útiles animales
inmóviles no está del todo clara.
Notas acerca de la vejez de los trapos (2)
Los zoólogos, por ejemplo,
consideran al trapo rejilla común y a las valerinas un tipo
de equinodermo plano, emparentado con las estrellas y los erizos de
mar. Los botánicos, por su parte, están convencidos de que los trapos
son vegetales, o tal vez alguna clase de asociación entre un hongo y un
vegetal, como los líquenes. Unos y otros han hecho
numerosas investigaciones en el desierto del Mojave, en California.
La mayoría de aquellos
experimentos consistieron en torturar a estos desdichados seres de
diferentes maneras. Creo que se llegó a utilizar napalm, para justificar
el gasto que se destinaba a la Salud Pública. En fin, ¿Qué decir
de todos los experimentos inútiles? Ninguno aportó nada, ningún paper ni
tampoco ninguna ponencia, a no ser el papel de las numerosas cartas de
protesta de los grupos ecologistas, que colmaron los despachos de las
universidades. Como las cartas habían sido impresas a simple faz, ese
papel se usó para anotar la lista de los mandados.
Notas acerca de la vejez de los trapos (2)
Las pruebas con el carbono 14
demostraron la antiguedad de los trapos. También lo hicieron los
estudios de campo de los yacimientos arqueológicos en Turquía y los
fondos de los restaurantes italianos de todo el mundo. Al igual que los
experimentos crueles con napalm realizados en el desierto del Mojave, en
California, no aportaron nada. En todo caso, los trapos son seres
quedados, empapados de una cierta pasividad y dados a la melancolía. Son
útiles, pero aburridos. Si existe algún otro resultado, aparte de la
nada que ya nombramos, entonces los gobiernos mundiales lo mantienen en
el mayor de los anonimatos. Queda algo por decir y es una breve reseña
histórica acerca del trapo común de cocina. Del trapo de baño hablaremos
en otra monografía.
Los nobles franceses del siglo XIII
cazaban trapos. No lo perseguían a caballo (como se acostumbraba cazar a
los zorros), sino que lo hacían con una varilla muy larga. Con
ella extraían el trapo de la cañería y lo sacaban al exterior. Lo
bendecían tres veces, para expulsar las influencias malignas. Después a
ese paño lo usaban para limpiar las mesas, enviciadas de la grasa de los
banquetes y la baba de los reyes, mezclada con la grasa de las alitas
de pollo.
En la antigua Escocia se creía que
los trapos eran fantasmas bebés que habían muerto sin bautizar.
Cautelosamente, los fantasmas escoceses bautizaban a sus hijos antes de
cumplir el año de muertos. Esto lo hacían por una razón: para que los
vivos no se los llevaran y fueran convertidos en trapos, obligados a
servir en el Mundo de los Vivos como trapos rejilla, limpiando todo tipo
de superficies, empapados en el detergente de moda de la época, pobres
bebés.