sábado, 11 de agosto de 2012

En Odradek




Mi ensayo (?) "Notas acerca de los trapos"
Fue publicado en el número 71 de Odradek .



Un  texto mío que podés leer acá

lunes, 6 de agosto de 2012

Jabberwocky


Jan Švankmajer- 1971 - Jabberwocky
(Zvahlav aneb Saticky Slameného Huberta)

Versión de Mirta Rosenberg y Daniel Samoilovich.
Publicada en Diario de Poesia nº 43,
Buenos Aires, Argentina, Septiembre 1997.
Asardecía y las pegájiles tovas
giraban y scopaban en las humeturas;
misébiles estaban las lorogolobas,
superrugían las memes cerduras.
¡Con el Jabberwock, hijo mío, ten cuidado!
¡Sus fauces que destrozan, sus garras que apresan!
¡Cuidado con el ave Jubjub, hazte a un lado
si vienen las frumiantes Roburlezas!
Empuñó decidido su espada vorpal,
buscó largo tiempo al monxio enemigo -
Bajo el árbol Tamtam paró a descansar
y allí permanecía pensativo
Y estaba hundido en sus ufosos pensamientos
cuando el Jabberwock con los ojos en llamas
resofló a través del bosque tulguiento:
¡burbrujereando mientras se acercaba!
¡Uno, dos! ¡Uno, dos! ¡A diestra y siniestra
la hoja vorpalina silbicortipartió!
El monxio fue muerto, con su cabeza en ristre
el joven galofante regresó.
"¡Muchacho bradiante, mataste al Jabberwock!
¡Ven que te abrace! ¡Que día más fragoso
me regalas, hijo! ¡Kalay, kalay, kaló!"
reiqueaba el viejo en su alborozo.
Asardecía y las pegájiles tovas
giraban y scopaban en las humeturas;
misébiles estaban las lorogolobas,
superrugían las memes cerduras. 

Western Spaghetti



By PES



ROMMY

 


"ROMMY" es una web
del  ingeniero japonés


Dadaísta



Esculturas efímeras




Hechas con
papelitos metalizados,
recortes de diario, corchos,
escarbadientes y bolitas de madera.


Instalación (2009).


Collage.


San Expedito



Foto: © Eduardo Aguirre, para la revista Maxim.
3 de febrero de 2009.


La Última Humanidad


Olaf Stapledon. 
La Última y la primera humanidad (1930).

Pero hay uno entre nosotros, que va de un lado a otro y de un grupo a otro, cuya voz todos ansian oír. Es joven, el último ser nacido de la Última Humanidad; pues fue el último concebido antes de conocerse la condena de la humanidad y que ésta pusiera fin a toda concepción. Siendo el último, es también el más noble. No a él solo, sino a toda su generación, los saludamos, y buscamos fuerza en ellos; pero él, el más joven, es diferente del resto.

El espíritu, que no es más que la carne al despertar a la espiritualidad, tiene en él la capacidad de soportar las tempestades de la energía solar mucho más tiempo que el resto de nosotros. Es como si el propio Sol quedara eclipsado por el brillo de ese espíritu. Es como si en él, por fin, y durante un día tan sólo, se cumpliera la promesa de la humanidad. Pues, si bien sufre en la carne como los demás, él está por encima del sufrimiento. Y, pese a que siente más que todos nosotros el sufrimiento de los demás, él está por encima de la compasión. En su consuelo hay una extraña y dulce bufonada que puede llevar al sufriente a sonreír en su dolor. Cuando ese hermano nuestro más joven contempla el mundo agonizante y la frustración de todos los anhelos de la humanidad, no se siente desanimado, como nosotros, sino sereno. En presencia de tanta serenidad, la desesperación se convierte en paz. Ante su discurso racional, casi ante el simple sonido de su voz, nuestros ojos se abren, y una misteriosa exultación invade nuestros corazones. Sin embargo, sus palabras son graves.

Dejemos que sus palabras, no las mías, cierren esta historia:

«Grandes son las estrellas, y el hombre es despreciable para ellas. Pero el hombre es un espíritu hermoso, a quien una estrella concibe y otra estrella mata. Es más grande que aquellas brillantes masas ciegas. Pues, si bien en ellas hay un incalculable poder, en él hay logros, pequeños pero reales. Demasiado pronto, al parecer, llega su fin. Pero, cuando haya fenecido, no desaparecerá en la nada como si nunca hubiese sido; pues es eternamente una belleza en la forma eterna de las cosas.

»La humanidad tuvo las alas de la esperanza. El hombre tenía que ir más allá que su corto vuelo, que ahora termina. Incluso se propuso llegar a ser la flor de todas las cosas, y aprender a ser omnisciente, el enamorado de todo. En vez de ello, va a ser destruido. Es tan sólo un pajarillo atrapado en un incendio del bosque. Es muy pequeño, muy simple, muy poco capaz de discernimiento. Su conocimiento pretendidamente universal no es más que el conocimiento de un pajarillo. Su enamoramiento no es más que la admiración de un pichón por las cosas favorables a su pequeña naturaleza. Goza sólo de la comida y de la llamada que anuncia la comida. La música de las esferas pasa sobre él, a través de él, y no es oída.

»Sin embargo, lo ha utilizado. Y ahora utiliza su destrucción. Grande, terrible y muy bello es el Todo; y lo mejor para el hombre es que el Todo lo utilice.

»Pero… ¿lo utiliza realmente? ¿Acaso nuestra agonía de verdad realza la belleza del Todo? Y el Todo, ¿es realmente bello? ¿Y qué es la belleza? En toda su existencia, el hombre se ha esforzado por oír la música de las esferas, y le ha parecido que, de vez en cuando, captaba algún fraseo, o incluso una insinuación de la forma total. Aun así, nunca puede estar seguro de haberla oído realmente, ni siquiera de que exista esa música perfecta que ansia oír. Inevitablemente es así; pues, si existe, no es para que él, en su insignificancia, pueda escucharla.

»No obstante, una cosa es cierta. El hombre, por lo menos, es música; un tema magnífico que convierte también en música su vastísimo acompañamiento, su matriz de tormentas y estrellas. El hombre mismo en su condición es eternamente una belleza en la forma eterna de las cosas. Está muy bien haber sido hombre. Y así podemos seguir adelante con el gozo en el corazón, y en paz, dando gracias por el pasado y por nuestro propio coraje. Pues, no obstante, hemos de concluir con una nota justa esta breve música que es el hombre».

domingo, 5 de agosto de 2012

Esculturas de arena





Baiona, España. Julio de 2008.


Enanitos



Un lugar muy curioso.




Rutina



Foto: © Eduardo Aguirre, para la revista Maxim.

Maurice Ravel



Un circulo brillante

Por martín Bracamonte

Ellos no habían aprendido el nombre del último imperio que habían conquistado, cuando decidieron hacerse nuevamente al mar, enterados de que en una de las islas del oriente existía una fabulosa isla llena de oro y especias, habitada por pueblos semi-salvajes. En esa parte de la tierra, se decía, la naturaleza había sido particularmente generosa; sin embargo sus habitantes no lo eran, y devoraban (o entregaban en sacrificio a sus dioses) a quien tuviera la osadía de poner pie sobre aquella tierra. Ellos eligieron desechar todos los rumores que hablaban de caníbales y de dragones, y en cambio sí escuchar atentamente cada historia fabulosa sobre montañas de oro y ríos nacidos en el Paraíso. Por el oro, más que nada, embarcaron, decididos a colonizar, cuando aquello tan extraño ocurrió. La calma chicha.

Porque extraña había sido la calma chicha, primero, y después la aparición de ese enorme círculo brillante flotando sobre ellos. Nunca habían visto nada igual. Todos, pero absolutamente todos, desde el grumete de quince años hasta el capitán (especialmente el capitán) se llenaron de inquietud y de miedo. La nave (porque eso era, una nave) permanecía quieta, proyectando su sombra oval sobre el barco; de noche se iluminaba como se iluminan las fragatas en año nuevo, con fuegos artificiales, pero la luz que se encendía era una luz extrañísima y quieta, sin humo. ¿Cómo la tripulación supo que era una nave? Eso fue algo que se los dijo el propio capitán, y aquí vamos a contar algo mucho más extraordinario todavía.

El capitán y uno de los marineros (el grumete de quince años) recibían en sueños indicaciones desde el interior del enorme círculo. Los sueños de uno y de otro coincidían. Quien estuviera al mando de aquella extraña aparición tenía que ser un mago, sino no se explicaba cómo podía hablar directamente a las mentes de dos personas diferentes y por qué sucedía aquella calma chicha. Al principio, supieron cosas en sueños y nadie les creyó. Algunos pensaron que se habían vuelto locos, ambos, grumete y capitán. Otros, que estaban conspirando, pero aquello no tenía sentido. La tripulación estaba formada por decenas de marineros y los que soñaban y recibían información desde la nave voladora eran solamente dos. Aún así, hubo desconfianza, pero la mayoría se resignó a escuchar atentamente a los que recibían en sueños información que podía ser valiosa.

Los invasores pronto se dieron cuenta de que los marineros iban a usar aquella información, ya no cómo órdenes de una inteligencia superior, sino como una forma de conocer sus puntos débiles. Los navegantes, acostumbrados como estaban a hacerse pasar por dioses ante a sociedades semi-salvajes, estaban prevenidos de los juegos de la mente que suelen utilizar los colonizadores. Fue entonces cuando los tripulantes de la nave voladora se volvieron violentos. Una columna de fuego salió despedida del centro del círculo y, literalmente, convirtió al barco en un engrudo de polvo, madera carbonizada y agua de mar. Solo dos marineros fueron raptados por un misteriosísimo imán, que los atrajo hasta el interior del enorme disco flotante, y sobrevivieron. Uno fue el grumete y el otro el capitán.

Despertaron dentro de la maquina misteriosa, abriendo los ojos lentamente, viendo cada relieve inédito de aquella tecnología que para ellos ahora sí se les antojaba propia de dioses, o de ángeles. Ahí fue donde ellos vieron por primera vez a los invasores. Eran tres. Tenían una naturaleza imposible, quizá menos imposible que el don de provocar la calma chicha, o de provocar la traición y el miedo hablando a través de los sueños, pero aún así, extraña. Ninguno de ellos se parecía a nada que el marinero o el capitán hubiesen visto nunca.

Fue el capitán el que le habló a aquellos extrañísimos seres. Si hubiera que describirlos, habría que decir que eran parecidísimos a monos de los que existen en la selvas de los continentes tropicales, aunque muchísimo más altos, desprovistos de pelo y envueltos en trajes de colores metalizados y con llaves de presión. Como les digo, el capitán les habló a aquellos serés. Se alejó un paso del grumete y les dijo:

— ¿Quiénes son? ¿Qué quieren?

El que parecía ser el lider respondió. Ya no les estaba hablando directamente a sus mentes, sino que lo hizo moviendo los labios y en el idioma de los dos marineros:

— Saludos. Ustedes han luchado dentro de sus mentes, hasta el último aliento. Valoramos eso. Somos humanos. Pertenecemos a la raza humana. Alguna vez fuimos como ustedes y buscamos colonizar otros pueblos, a veces buscando esclavos, otras especias, principalmente oro... Siempre hemos colonizado. Ahora lo hacemos a través de las estrellas. Ustedes creen que su sol es el que gira alrededor de su mundo. No es así. Todos los mundos lo hacen alrededor de cada sol...

— ¡Blasfemia! ¡Decápoda no gira alrededor del sol!

— ... Hay muchísimas cosas que a ustedes todavía les queda por aprender. Ojalá que aprendan rápido. Mi nombre es John Smith y represento al Imperio de la Humanidad. Hoy, tras haber derrotado al galeón "Tentaculea", tomamos posesión del planeta Decápoda, situado en uno de los brazos de la galaxia Próxima Centauri. Quedán colonizados. Bienvenidos al Imperio de la Humanidad.

Tal vez John Smith no debió haber usado la palabra "colonizados". Cuando el astronauta extendió su mano (lo que para los decápodos era una horrorosa especie de tentáculo, con cinco puntas huesudas), el capitán de la "Tentaculea", en cambio, no le dio su tentáculo. Se acurrucó en una de las esquinas de la nave espacial y enjugó cada uno de sus ocho ojos. Jamás había llorado tanto desde que era una larva. No le gustaba ser "colonizado", porque los decápodos siempre habían sido colonizadores, y siempre habían ido más allá, buscando montañas de oro y ríos nacidos en el paraíso. No demasiado lejos, el grumete también lloraba, aunque no tanto.

Trapos viejos

Por martín Bracamonte

Notas acerca de la vejez de los trapos (1)

Los primeros trapos (no trozos de tela, sino trapos propiamente dichos: rejillas grises, húmedas y sucias, como deben ser) aparecieron en las estepas del Asia Central, o tal vez en Africa, o quizás en Sudámerica a comienzos del Pleistoceno o antes del siglo tercero de la Era Común. En todo caso, son muy viejos. Algunos científicos creen (y también algunos religiosos) que los trapos llegaron en realidad a nuestro planeta al mismo tiempo en que éste se estaba formando, en un meteorito, apoyando así la llamada "Teoría de la Panspermia". Sólo algo es seguro, y es que la taxonomía de estos simpáticos (o apáticos) y útiles animales inmóviles no está del todo clara.

Los zoólogos, por ejemplo, consideran al trapo rejilla común y a las valerinas un tipo de equinodermo plano, emparentado con las estrellas y los erizos de mar. Los botánicos, por su parte, están convencidos de que los trapos son vegetales, o tal vez alguna clase de asociación entre un hongo y un vegetal, como los líquenes. Unos y otros han hecho numerosas investigaciones en el desierto del Mojave, en California.

La mayoría de aquellos experimentos consistieron en torturar a estos desdichados seres de diferentes maneras. Creo que se llegó a utilizar napalm, para justificar el gasto que se destinaba a la Salud Pública. En fin, ¿Qué decir de todos los experimentos inútiles? Ninguno aportó nada, ningún paper ni tampoco ninguna ponencia, a no ser el papel de las numerosas cartas de protesta de los grupos ecologistas, que colmaron los despachos de las universidades. Como las cartas habían sido impresas a simple faz, ese papel se usó para anotar la lista de los mandados.

Notas acerca de la vejez de los trapos (2)

Las pruebas con el carbono 14 demostraron la antiguedad de los trapos. También lo hicieron los estudios de campo de los yacimientos arqueológicos en Turquía y los fondos de los restaurantes italianos de todo el mundo. Al igual que los experimentos crueles con napalm realizados en el desierto del Mojave, en California, no aportaron nada. En todo caso, los trapos son seres quedados, empapados de una cierta pasividad y dados a la melancolía. Son útiles, pero aburridos. Si existe algún otro resultado, aparte de la nada que ya nombramos, entonces los gobiernos mundiales lo mantienen en el mayor de los anonimatos. Queda algo por decir y es una breve reseña histórica acerca del trapo común de cocina. Del trapo de baño hablaremos en otra monografía.

Los nobles franceses del siglo XIII cazaban trapos. No lo perseguían a caballo (como se acostumbraba cazar a los zorros), sino que lo hacían con una varilla muy larga. Con ella extraían el trapo de la cañería y lo sacaban al exterior. Lo bendecían tres veces, para expulsar las influencias malignas. Después a ese paño lo usaban para limpiar las mesas, enviciadas de la grasa de los banquetes y la baba de los reyes, mezclada con la grasa de las alitas de pollo. 

En la antigua Escocia se creía que los trapos eran fantasmas bebés que habían muerto sin bautizar. Cautelosamente, los fantasmas escoceses bautizaban a sus hijos antes de cumplir el año de muertos. Esto lo hacían por una razón: para que los vivos no se los llevaran y fueran convertidos en trapos, obligados a servir en el Mundo de los Vivos como trapos rejilla, limpiando todo tipo de superficies, empapados en el detergente de moda de la época, pobres bebés.

Tocando



Mi mejor amigo, tocando la guitarra.

Calabacitas (II)




 
2008.

Calabacitas (I)

 

Estas calabacitas, que compré en Santiago de Compostela, se pueden encontrar en todo el mundo y reciben diferentes nombres y usos, sobre todo como cajas de resonancia de distintos instrumentos musicales o para guardar diferentes líquidos. En España se las conoce como calabazas del peregrino, y en nuestro país como porongos (de ahí vienen los llamados mates porongos). En la provincia de Santiago del Estero existe una laguna llamada Laguna de los Porongos, que es uno de los paraísos naturales que tiene la Argentina.

 A mí se me ocurrió que podía darles un nuevo uso y una nueva vida. Con un corte, al hacerles una boquita y dos ojos, a cada una de las calabazas la transformé en  un "espíritu del bosque", como los que se pueden ver en la película La Princesa Mononoke.


jueves, 2 de agosto de 2012

Young Folks


De Rosario al mundo


Capitán del Espacio



"La ciudad y el mundo de las golosinas se visten de luto, al conocerse ayer la triste noticia sobre el fallecimiento de Ángel De Pascalis, el creador de los alfajores Capitán del Espacio. La información trascendió en horas de la tarde y según pudo establecer EL SOL, los restos del empresario son velados en Sepelios Bianchi".

(El Sol)

La noticia en Minutouno.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Cyrano



Cyrano de Bergerac, Michael Gordon, 1950.

La película completa se puede descargar
de archive.org y está en dominio público.
"Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac, conocido como Cyrano de Bergerac (París, 6 de marzo de 1619- Sannois, 28 de julio de 1655), fue un poeta, dramaturgo y pensador francés, coetáneo de Boileau y de Molière. Como intelectual, fue considerado libertino, por su actitud irrespetuosa hacia las instituciones religiosas y seculares. También se le tiene por uno de los precursores de la ciencia ficción. En la actualidad, es especialmente conocido por la obra de teatro Cyrano de Bergerac de Edmond Rostand".

Madre Tierra


"El 1° de agosto es cuando se alimenta a la Pachamama, para lo cual se entierra una olla de barro con comida cocida, junto a hojas de coca, alcohol, vino, cigarros y chicha, entre otras cosas. También es costumbre que los festejantes usen cordones blancos y negros –atados en los tobillos, muñecas y cuello- confeccionados con lana de llama hilada hacia la izquierda de la Pachamama.

El rito supone que ese día debemos entregarle a la Madre Tierra todo lo que no quisiéramos que a nuestra familia le faltara durante el año y agradecerle por los favores recibidos durante el año pasado. Familias y vecinos se reúnen para abrir un pozo en la tierra, el cual será adornado con serpentina y papel picado. A continuación, se alimenta a la Tierra con maíz, quinoa, chalona, cordero, cabrito, distintas papas, habas, mazorcas, vino, cerveza, gaseosas, coca y otras comidas típicas. Luego se cierra el pozo con las manos y se le da de fumar".

martinbracamonte1987@hotmail.com

jurabildo.blogspot.com

Me llamo Martín Ezequiel Bracamonte. Nací el 19 de marzo de 1987 en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Soy periodista y quiero ser escritor. Trabajé en las redacciones de dos revistas masculinas: Maxim (Ed. Televisa) y Hombre (Ed. Perfil), entre los años 2008 y 2012. Pero mi laburo no dice nada acerca mío. Me gusta leer, escuchar música y andar en bicicleta. Y hacer muñecos de papel.

DESTRUCTOR BRACAMONTE

"Martín Rivas y los Tigres de Bengala" en Crónica TV